19/08 - Andrés el General y Mártir y sus 2.593 soldados


El Mártir Andrés fue un comandante militar en el ejército romano durante el reinado del emperador Maximiano (284-305). Era muy apreciado en el ejército romano a causa de su valentía, por ser un gran vencedor y por su sentido de la justicia. Cuando un gran ejército persa invadió los territorios de Siria, el gobernador Antíoco encargo a San Andrés como el jefe del ejército romano, dándole el título de “Stratelatos” (“Comandante”). San Andrés, seleccionando a un pequeño destacamento de soldados valientes, se dirigió contra el adversario.


Sus soldados eran paganos, y San Andrés aún no había aceptado el bautismo, pero ya creía en Jesucristo. Antes del conflicto convenció a los soldados de que los dioses paganos eran demonios y no podían ayudar en la batalla. Proclamó a Jesucristo el Dios omnipotente de los cielos y la tierra, que presta ayuda a todos los que creen en él.


Los soldados iban a la batalla invocando la ayuda del Salvador. El pequeño destacamento derrotó a las numerosas huestes de los persas. San Andrés regreso de la campaña en gloria tras haber obtenido una victoria total. Pero unos hombres envidiosos lo denunciaron al gobernador Antíoco, denunciando que era un cristiano que había convertido a los soldados bajo su autoridad a su fe.


San Andrés fue llamado a juicio, y allí declaró su fe en Cristo. Por ello lo sometieron a torturas. Le pusieron sobre una cama de cobre encendido, pero tan pronto como él buscó la ayuda del Señor, la cama se enfrió. Crucificaron a sus soldados en árboles, pero ninguno de ellos renunció a Cristo. Encerrando al mártir de nuevo en la prisión, Antíoco envió un informe al emperador, incapaz de decidir si se debía imponer la pena de muerte al campeón tan elogiado. El emperador sabía que el ejército amaba a San Andrés, y temiéndose de una rebelión, dio órdenes de liberar a los mártires. En secreto, sin embargo, ordenó que cada uno de ellos fuera ejecutado con cualquier pretexto.


Después de ser liberado, San Andrés se dirigió a la ciudad de Tarso con sus soldados compañeros. Allí, el Obispo local Pedro y el Obispo Nono de Berea los bautizaron. Entonces los soldados se fueron a la vecindad de Taxanata. Antíoco escribió una carta a Seleuco, gobernador de la región de Cilicia y le ordenó capturar a San Andrés y a sus compañeros para matarlos con el pretexto de que habían abandonado las normas militares.


Seleuco vino contra a los mártires en los desfiladeros del Monte Tauro, donde iban a sufrir. San Andrés, llamando a los soldados hermanos e hijos suyos, los exhortó a no temer a la muerte. Oró por todos los que quieran honrar su memoria, y pidió al Señor que creara un manantial curativo en el lugar donde su sangre iba a derramarse.


En el momento de esta oración los valientes mártires fueron decapitados por la espada. Durante este tiempo, una fuente de agua brotó de la tierra. Los Obispos Pedro y Nono, con su clero, en secreto, siguieron a la compañía de San Andrés y enterraron sus cuerpos. Uno de los clérigos, sufriendo un largo tiempo por causa de un espíritu maligno, bebió de la fuente de agua, y rápidamente se sanó. Las noticias de este evento se extendieron entre la población local y empezaron a llegar al manantial. A través de las oraciones de San Andrés y del sufrimiento de los 2593 Mártires con él, recibieron gran ayuda de Dios.


 

Fuente: www.crkvenikalendar.com