Lo que de Tito se conoce se ha entresacado de las dos cartas escritas por San Pablo (29 y 30 de junio, 25 de enero, 18 de noviembre) a los Corintios y la carta que escribe al mismo Tito. También está la fuente del Menologio Griego, que recoge de su vida, en las versiones escritas por Zenas y Pedro de Natalibus.
Tito nació de padres paganos, descendientes de la antigua familia real de Creta. Zenas narra su conversión, diciendo que era un joven estudioso e ilustrado en la prosa y la poesía de lo filósofos y escritores paganos, pero que esto no le bastaba y su alma buscaba constantemente la verdad. Cuando tenía 20 años oyó una voz en su interior que decía “Tito, salva tu alma. Nada de lo que has aprendido de los griegos te obtendrá la salvación”. Y la misma voz le ordenó abrir un texto hebreo al que jamás había prestado atención ¡era el libro del Profeta Isaías! Tito lo abrió al azar y ante sus ojos cayó el texto de Isaías 41, 9-10 que dice: “tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y desde sus lugares más remotos te llamé y te dije: Mi siervo eres tú; yo te he escogido y no te he rechazado: No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia”.
Tito se dio cuenta que esto estaba muy lejos de los escritos griegos en los que hasta ese momento había hallado consuelo y felicidad. Dejó sus estudios, su familia y su casa y se encaminó a Jerusalén, buscando más de esa nueva sabiduría. Al llegar allí encontró a Jesús, le oyó predicar y se convirtió en su discípulo. Zenas dice que fue uno de los griegos que San Andrés llevó a Jesús (Juan 12, 20) y uno de los primeros discípulos, lo cual podría ser posible fácilmente. También nos cuenta que luego de la Ascensión del Señor permaneció en Jerusalén y estuvo presente en Pentecostés, y que luego de la conversión de San Pablo se unió a este. Fue su intérprete, secretario y amigo, del que llega a decir “Dios, que consuela a los humildes, me consoló con la venida de Tito" (2da Corintios 7, 6) y de como, yendo a Troas, no le había conocido (2da Corintios 11, 13). Esto es, evidentemente, recordando el pasado, del tiempo en que había oído de él y no le conocía aún. En el año 51, Tito le acompañó al Concilio de Jerusalén, en el que se trató el tema del sometimiento de los cristianos a los ritos mosaicos, pero ya sabemos como acabó aquello y volvemos a Tito. En el año 56 San Pablo le envió a Corinto, con la misión de investigar y solucionar disensiones y escándalos en la Iglesia local. Allí analizó el caso del incestuoso excomulgado, al que reconcilió con la Iglesia nuevamente. Ese mismo año fue enviado de nuevo a Corinto, donde llevó una colecta hecha por los cristianos jerosolimitanos.
Zenas dice que después de su primer encarcelamiento, al volver de Roma, San Pablo consagró a Tito obispo de Creta, donde vivía con su hermana, esposa del gobernador Rustilio. Se basa en las palabras de San Pablo "te dejé en Creta" (carta a Tito, 1. 4) y San Juan Cristóstomo, en su comentario a dicha carta dice “podemos hacernos un juicio de la gran estima de Pablo a Tito al encomendarle esta misión”. Mientras ocupaba esta sede, Pablo le envió a San Epafras y a San Tíquico para que les ordenase obispos, y que igualmente lo hiciera con San Auxibio, presbítero que ya predicaba en Chipre. En el 65, Pablo y Tito se encontraron en Nicópolis, y San Pablo le envió a predicar a Dalmacia donde se le venera como su apóstol, aunque probablemente no estuvo allí por mucho tiempo.
Pedro de Natalibus relata que en el momento de su muerte, el rostro de Tito resplandeció y que dos ángeles descendieron del cielo a llevarse su alma. Hizo una oración larga y profunda y exhaló el espíritu. Su cuerpo se conservó con gran veneración en la catedral de Gortina, de donde fue trasladado a Candia (17 kilómetros de distancia) cuando los sarracenos arrasaron la catedral y ciudad en el 823. Allí se custodió su cabeza hasta que los venecianos la llevaron a San Marcos de Venecia, donde se conserva. Es patrón de Creta.
LECTURAS
Tit 1,1-5;2,15;3,1-2;12-15: Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para suscitar la fe de los elegidos de Dios y el conocimiento de la verdad, que, de acuerdo con la piedad, lleva a la esperanza de la vida eterna; esta fue prometida antes de los siglos por Dios, que nunca miente; al llegar el tiempo apropiado, él manifestó su palabra por la predicación que me fue confiada según el mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la fe que compartimos: gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Salvador nuestro. De esto es de lo que has de hablar. Exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie. Recuérdales que se sometan a los gobernantes y a las autoridades; que obedezcan, estén dispuestos a hacer el bien, no hablen mal de nadie ni busquen riñas; que sean condescendientes y amables con todo el mundo. Cuando te haya enviado a Artemas o a Tíquico, procura venir enseguida a mi lado, a Nicópolis, pues he decidido pasar allí el invierno. Provee con generosidad de cuanto sea necesario a Zenas el maestro de la ley y a Apolo, para que no les falte de nada. Y que aprendan también los nuestros a destacarse en el buen obrar cuando haya necesidades urgentes. Será entonces cuando realmente den fruto. Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia esté con todos vosotros. Amén.
Mt 5,14-19: Dijo el Señor a sus discípulos: «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Fuente: preguntasantoral.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española