San Liberio fue el sucesor número 36 de la sede del apóstol San Pedro; sin embargo, es venerado especialmente por el cristianismo bizantino, teniendo que padecer el apogeo del arrianismo y un cisma en la Iglesia tras la elección anticanónica del antipapa Félix II. Fue sucesor del papa San Julio I, consagrado el 22 de mayo según el Catalogus Liberianus. Sufrió el acoso por parte del emperador Constancio II, que quería imponer en todo el imperio la fe arriana, considerada herética tras el Concilio de Nicea.
Biografía
Nada se sabe de la vida del pontífice antes de su elección como Obispo de Roma más que que fuera diácono de la Iglesia Romana en el momento de la muerte del Papa San Julio I en el año 352. La Iglesia sufría en ese tiempo la pugna teológica y la división en torno a la divinidad de Cristo, y el arrianismo había devastado el cristianismo oriental, en la cual tuvo apoyo importante del sucesor del emperador Constante, Constancio II.
Mientras la mayoría del clero condenaba a San Atanasio por su valiente defensa de la Ortodoxia, el Papa de Roma Liberio mantuvo la absolución del concilio de Sárdica y mantuvo las declaraciones del concilio niceno como prueba de la ortodoxia emanada de él. Con el apoyo del clero romano se aceptó enviar legados a la corte imperial en las Galias, suplicando al emperador que se celebrara otro Sínodo que se hizo en la ciudad de Arlés. Sin embargo, los obispos arrianos de la zona presionaban para que se excomulgara a San Atanasio por los dirigentes de la reunión, en la que los legados papales (entre ellos Vicente de Capua) fueron presionados de manera violenta para que cedieran en sus condiciones sin ninguna concesión para ellos. Al saber la noticia, el papa mandó una carta a San Osio de Córdoba, lamentando el hecho. Ahí no acabaron los problemas, llegando a Roma una carta de parte de los obispos orientales contra Atanasio. Este, sin embargo, había montado su defensa con el apoyo de los obispos egipcios.
De nuevo se acordó realizar otro concilio en Milán, que se hizo en la primavera del año 355 a instancias del santo obispo Lucifero de Cagliari, estando presente San Eusebio de Vercelli; pero los obispos que pertenecían a la corte del Emperador se negaron e incitaron con el apoyo de éste a que las tropas presionaran a los presentes declarando culpable al obispo de Alejandría. Finalmente fueron desterrados, Lucífero y Eusebio, así como los que mantenían la tesis pro nicena. La firmeza del pontífice hizo que el Emperador lo desterrara a Berea de Tracia en el año 355 donde lo acompañó en el exilio el archidiácono Dámaso (San Dámaso I).
El clero arriano hizo elegir para usurpar la sede petrina al arcediano Félix, que fue consagrado como Félix II por Acacio de Cesárea, siendo reconocido por la jerarquía eclesiástica mas no por el pueblo, quien siguió fiel al legítimo Liberio y exigió su regreso. Durante su exilio algunos autores sostienen que en el 357 el Papa promulga el Formulario de Sirmio condenando a San Atanasio, logrando con ello que Constancio II le permitiera regresar a Roma. Pero el mismo santo defensor del credo niceno nos afirma que soportó los rigores del exilio durante dos años. La misma noticia de la caída del papa la dan tres cartas atribuidas a él en los “Fragmentos Históricos” de San Hilario de Poitiers, pero Sozomeno dice que fueron una mentira propagada por el arriano Eudoxio, que acababa de invadir la sede de Alejandría. Algunos difieren sobre si regresó a Roma en el 357 o en el 358. San Jerónimo cuenta que entró a la ciudad como un conquistador. Sin embargo desde su regreso tomó posiciones más o menos ambiguas con respecto al arrianismo.
En el 359 en Seléucida y en Rímini se celebraron dos concilios en los que los obispos ortodoxos fueron forzados a aceptar las tesis semiarrianas, no estando representado el papa Liberio en ninguna de estas dos reuniones. Al morir Constancio II en el año 361, se anularon las disposiciones del concilio de Rímini. Subió al trono imperial el emperador Juliano “el Apóstata” quien intentó restaurar la religión grecorromana en el imperio, pero al morir en el 363, subió al trono el monarca cristiano Valentiniano quien devolvió nuevamente la paz a la Iglesia.
San Liberio es conocido también por mandar construir la llamada Basílica Liberiana, la que conocemos como Santa María la Mayor, que se convirtió en la principal iglesia romana dedicada a la Virgen María. Según la tradición, un patricio romano y su esposa se presentaron ante el Papa para contarle que se les había aparecido la Virgen María, siendo dibujado el perfil de la iglesia en una milagrosa nevada que ocurrió en el año 358, ordenándose su construcción hacia el año 360.
San Liberio se opuso al rebautismo de los bautizados por los arrianos que era practicado por los luciferinos del famoso obispo de Cagliari. En el 366 admitió el regreso a la Iglesia de los más moderados simpatizantes arrianos de Oriente, muriendo ese mismo año y siendo sepultado en las catacumbas de Priscila.
Numerosos historiadores han debatido sobre la actuación de Liberio con respecto a la controversia arriana. Aún hoy sigue siendo tema de debate que no es posible resumir en un solo artículo. Sin embargo lo que importa es su legado, pues es venerado como santo confesor por la Iglesia bizantina por su firme oposición a condenar al más grande defensor de la fe nicena.
René
Fuente: preguntasantoral
Adaptación propia