La tradición cuenta que predicaban por Asia Menor San Juan Evangelista y San Felipe Apóstol, cuando llegaron a Conas (actual Honaz, cerca de Colosas), donde hallaron gran receptividad al mensaje de Cristo, alcanzando numerosas conversiones. Por ello, antes de irse, San Juan profetizó que el lugar sería santificado por el arcángel San Miguel y que surgiría una fuente de aguas curativas, por medio de la cual se mostraría la gloria y el poder de Dios.
Y no mucho tiempo tiempo después, aún en el siglo I, se verificó la profecía apostólica: brotó una fuente cerca de la población, y esa misma noche un pagano que vivía en Laodicea y tenía una hija sordomuda soñó que San Miguel le indicaba que debía llevar a la niña y bañarla en la fuente. Y allá se fue el hombre, con gran acompañamiento de familiares y curiosos. Al llegar a la fuente, los cristianos le dijeron que debía invocar a la Santísima Trinidad y a San Miguel. Lo hizo así, a la vez que sumergía a su hija en la fuente. La niña salió del agua por su propio pie, perfectamente curada del oído y el habla. Ante tal portento se bautizó con toda su familia y construyó una iglesia en honor de Cristo y San Miguel, estableciéndose en ella San Arquipo, un presbítero ordenado por los apóstoles y que murió con 60 años dedicado a sus fieles.
Pasó el tiempo y ocurrían cada día muchas curaciones y conversiones, por lo que los paganos, envidiosos y viendo que muchos daban de lado a los ídolos, idearon desviar el gran caudal de la fuente para que arrasara la iglesia y poner en duda el poder del dios predicado por la nueva fe cristiana. Así lo hicieron, pero ocurrió el milagro: cuando las aguas turbulentas amenazaban con inundación, se apareció con gran majestad el arcángel Miguel, que con un rayo hizo caer una roca que desvió el caudal del agua. Esta memoria de San Miguel consta en la Iglesia bizantina desde el siglo VIII.
LECTURAS
Heb 2,2-10: Hermanos, si la palabra comunicada a través de ángeles tuvo validez, y toda transgresión y desobediencia fue justamente castigada, ¿cómo escaparemos nosotros si desdeñamos semejante salvación, que fue anunciada primero por el Señor, confirmada por los que la habían escuchado, a la que Dios añadió su testimonio con signos y portentos, con milagros varios, y dones del Espíritu Santo distribuidos según su beneplácito? Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero, del que estamos hablando; de ello dan fe estas palabras: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el ser humano, para que mires por él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, todo lo sometiste bajo sus pies. En efecto, al someterle todo, nada dejó fuera de su dominio. Pero ahora no vemos todavía que le esté sometido todo. Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos.
Lc 10,16-21: Dijo el Señor a sus discípulos: «Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado». Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». En aquella hora, se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien».
Fuente: preguntasantoral.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española