Nacida entre los años 805 y 810 en el Imperio Romano de Oriente, Casiana o Casia —nombre con que se la conoce también— es la primera mujer de la que se conservan piezas con las respectivas notaciones. Proveniente de una familia de la aristocracia griega, se convirtió en una joven de belleza e inteligencia excepcionales, reconocidas por el entonces abad del Monasterio de Studios, Teodoro el Estudita.
En el año 843, Casia funda un convento al oeste de Constantinopla del que se convierte en la primera abadesa. Fue allí, dedicada a la vida monástica, donde compuso el medio centenar de himnos cuya autoría le es reconocida: de estos, además, 23 se incluyen en los libros litúrgicos de la Iglesia bizantina.
Los escritos de monjes medievales y las tradiciones nos han dejado una imagen de Casia como una mujer con un espíritu rebelde, atrevida, consciente de sus decisiones: varios cronistas bizantinos relatan que, por su belleza, Casia fue escogida como participante en la ceremonia en la que el futuro emperador Teófilo debía escoger una esposa. Cuando el joven, seducido por la belleza de la compositora, se acercó a ella, le dijo: «De la mujer [vino] lo peor», haciendo referencia al pecado de Eva. Su orgullo fue herido cuando Casia rápidamente respondió: «Y, de la mujer, lo mejor», aludiendo a la encarnación de Cristo a través de la Virgen y a la consecuente posibilidad de salvación. El atrevimiento le valió el rechazo del Emperador, del que se dice que nunca se recuperó. La firmeza de carácter de Casia también se demostró cuando fue flagelada por defender la veneración de imágenes en los tiempos de defensa de la iconoclastia: «Odio el silencio cuando hay que levantar la voz», dijo.
La obra de más duración compuesta por Casia es el Canon para los difuntos, mientras que el más famoso es el Himno de Casiana. Este se canta anualmente durante los maitines del Miércoles Santo. Se trata de una obra lenta y triste y es considerada como una de las más exigentes del repertorio vocal bizantino. Según la tradición, Casia estaba componiendo esta obra cuando oyó la comitiva imperial llegando al monasterio: el emperador Teófilo, ya en los últimos años de su vida, quiso visitar por última vez a la mujer a la que había rechazado. Ella, atemorizada de que la pasión del enamoramiento decepcionado sobrepasara sus votos religiosos, se escondió, dejando la partitura sobre la mesa. El emperador, sumido en el arrepentimiento de haber dejado escapar por orgullo una intelectual y mujer de gran valía como Casia, se encontró su habitación vacía: viendo el himno inacabado, lo leyó y escribió un verso antes de irse: «Los pies cuyo sonido escuchó Eva en el atardecer en el Paraíso y se escondió por miedo». En encontrarse sola de nuevo en la habitación, Casia leyó el verso y terminó el himno: se dice que Teófilo se dio cuenta de que Casia estaba escondida, pero por respecto a su decisión lo disimuló. Tras la Muerte de Teófilo, Casiana pudo abandonar finalmente el monasterio y viajó a Italia. Al final se estableció en la isla griega de Kasos donde murió entre 867 y 890.
El monje biógrafo y cronista de Constantinopla "Jorge el Pecador" (842–867) escribe: "Ella (Casiana) vivió solo para Dios hasta el final de su vida".
Además de los himnos mencionados, hasta 789 de sus versos profanos —muchos de los cuales son epigramas— han sobrevivido al paso del tiempo, entre los cuales se encuentra el siguiente: «Odio el hombre rico quejándose como si fuera pobre». Es difícil establecer el número real de composicions de esta santa de la Iglesia ya que muchos himnos identifican el autor como anónimo. A pesar de todo, el hecho de que se conserve la notación de los que se le reconocen los convierte automáticamente en obras interpretables a día de hoy. Es precisamente por esta razón que Casiana de Constantinopla es considerada actualmente la primera compositora cuyo nombre se conoce.
Fue la única compositora que le dedicó un himno a María Magdalena, una pieza que aún hoy es muy popular en Grecia.
LECTURAS
En Vísperas
Prov 25,2-14: Gloria de Dios es ocultar un asunto; gloria de los reyes, escrutarlo. La altura del cielo, la hondura de la tierra y el corazón de los reyes son inescrutables. Separa la escoria de la plata y el orfebre sacará una copa; separa al malvado del rey y su trono se afianzará en la justicia. No te des importancia ante el rey, no te coloques entre los grandes; mejor que te digan: «Sube acá», que verte humillado ante los nobles. Aunque hayas visto algo con tus ojos, no corras a contárselo al juez; ¿qué podrías hacer al final si el otro demuestra tu error? Resuelve tu pleito con tu prójimo, no reveles secretos ajenos, no sea que te avergüence el que los oye y no pueda borrarse tu infamia. Manzana de oro con adornos de plata, la palabra dicha a su tiempo. Anillo de oro y collar de oro fino, un sabio consejo a quien sabe escuchar.
Prov 31,10;12-19;25: Una mujer fuerte, ¿quién la hallará? Supera en valor a las perlas. Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos. Es como nave mercante que importa el grano de lejos. Todavía de noche, se levanta a preparar la comida a los de casa y repartir trabajo a las criadas. Examina un terreno y lo compra, con lo que gana planta un huerto. Se ciñe la cintura con firmeza y despliega la fuerza de sus brazos. Comprueba si van bien sus asuntos, y aun de noche no se apaga su lámpara. Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca. Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre. Se viste de fuerza y dignidad, sonríe ante el día de mañana.
Sab 4,7-15: El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso. Una vejez venerable no son los muchos días, ni se mide por el número de años, pues las canas del hombre son la prudencia y la edad avanzada, una vida intachable. Agradó a Dios y Dios lo amó, vivía entre pecadores y Dios se lo llevó. Lo arrebató para que la maldad no pervirtiera su inteligencia, ni la perfidia sedujera su alma. Pues la fascinación del mal oscurece el bien y el vértigo de la pasión pervierte una mente sin malicia. Maduró en poco tiempo, cumplió muchos años. Como su vida era grata a Dios, se apresuró a sacarlo de la maldad. La gente lo ve y no lo comprende, ni les cabe esto en la cabeza: la gracia y la misericordia son para sus elegidos y la protección para sus devotos.
En Maitines
Mt 25,1-13: Dijo el Señor esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”. Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
En la Liturgia
Gál 3,23-29;4,1-5: Hermanos, antes de que llegara la fe, éramos prisioneros y estábamos custodiados bajo la ley hasta que se revelase la fe. La ley fue así nuestro ayo, hasta que llegara Cristo, a fin de ser justificados por fe; pero una vez llegada la fe, ya no estamos sometidos al ayo. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos según la promesa. Digo además que mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo siendo como es dueño de todo, sino que está bajo tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre. Lo mismo nosotros, cuando éramos menores de edad, estábamos esclavizados bajo los elementos del mundo. Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Mc 5,24-34: En aquel tiempo, seguía a Jesús mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con solo tocarle el manto curaré». Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?». Los discípulos le contestaban: «Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”». Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Fuente: barcelonaclasica.info / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española
Adaptación propia