11/09 - Teodora de Alejandría


Fue Teodora esposa de Gregorio, Prefecto de Egipto, allá por el siglo V. Engañó a su marido con un amante y, como era cristiana, se arrepintió tanto de su pecado que, disfrazada de hombre, se fue a un monasterio de la Tebaida, pidió el hábito y el abad se lo dio pensando que era un varón. Durante mucho tiempo "el monje Teodoro" vivió en el cenobio empleado en trabajos serviles, aprendiendo de los demás, y teniendo altísima oración.


Después de muchos años el abad le envió a Alejandría a vender unos camellos y he aquí que se encontró a su marido el Prefecto y la reconoció. Sin embargo, aunque la quería muchísimo, Gregorio vio que era feliz en el monasterio y la dejó partir. Sintiendo cercaba a la muerte, Teodora, ella lo mandó buscar, pero, cuando Gregorio llegó, ya Teodora había fallecido. Entonces él contó la verdad al abad y los monjes, y preparó sus funerales y la sepultó.


Esta es la primitiva historia que se narra en "Vida de los Padres del Desierto", muy escueta. Sin embargo, el la tradición es mucho más larga y llena de frases de sabiduría ascética. Añade que un ángel fue quien avisó a Gregorio de que Teodora estaba en la ciudad diciéndole: "Ve a la Puerta de la ciudad y mira bien, verás a tu esposa". Y así fue: se encontraron, pero Gregorio no la conoció. Se le vuelve a aparecer el ángel y le dijo "El monje saludaste esta mañana en su carro era tu esposa".


También se cuenta que Teodora sanó a varios enfermos desahuciados. En una ocasión se le apareció el demonio, que le dijo se condenaría por abandonar a su marido y vestir de hombre, pero ella le abofeteó y el diablo huyó.


También se le añadió la tradición de que una mujer la acusó de haberla forzado y hacerle un hijo. El "monje Teodoro" entonces fue expulsado del monasterio y educó al niño, el cual también sería monje. En esta versión se añade que, habiendo muerto Teodora, el abad vio una mujer gloriosa, y una voz le revelaba que esa era Teodora, quien como monje se había llamado Teodoro. Además, apareció un ángel y le dijo que debía ir a la ciudad, y que el primer hombre que viera, sería el marido de la santa, y que él debía enterrarla. Y así mismo fue. Gregorio la enterró y, en esta versión, se hizo monje en el mismo monasterio, viviendo virtuosamente.



Fuente: Religión en Libertad

Adaptación propia