Habiendo transcurrido casi 2.000 años desde la fundación de la majestuosa Iglesia de la Resurrección en Jerusalén (también conocida como la Iglesia del Santo Sepulcro), esta aún se muestra como una de la más hermosas y bellas casas de adoración en el mundo Cristiano.
Su primera versión fue construida bajo el reinado del Emperador Romano Adrián (117-138), reemplazando así a un templo pagano consagrado a la diosa Venus Afrodita que había sido construido en el mismo lugar con la finalidad de desalentar a los cristianos en su culto.
Más de 150 años después, Santa Elena (la madre del Emperador Romano San Constantino el Grande) dirigiría el esfuerzo de reconstrucción que llevaría, exitosamente, a encontrar la cruz de Cristo en un lugar cercano al templo pagano. Como consecuencia de este importante descubrimiento, el Emperador Romano erigió en ese lugar una magnífica Iglesia, la misma que fue consagrada el 13 de Septiembre del año 335. La Iglesia está localizada en el lugar sagrado conocido como el Gólgota, en donde Cristo fue crucificado y murió. Hoy en día la Iglesia de la Resurrección sirve como sede administrativa del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén y alberga igualmente a otras comunidades cristianas, tanto orientales como occidentales.
LECTURAS
En Vísperas
Dt 1,8-11;15-17: Dijo Moisés a los hijos de Israel: «El Señor nuestro Dios nos dijo en el Horeb: “Mirad: yo os entrego esa tierra; id y tomad posesión de la tierra que el Señor juró dar a vuestros padres, Abrahán, Isaac y Jacob, y a sus descendientes”. Entonces yo os dije: “Yo solo no puedo cargar con vosotros. El Señor, vuestro Dios, os ha multiplicado, y hoy sois tan numerosos como las estrellas del cielo. Que el Señor, Dios de vuestros antepasados, os haga crecer mil veces más y os bendiga, como os prometió. Entonces tomé de los jefes de vuestras tribus, hombres sabios y expertos, y los constituí jefes vuestros: jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez, y oficiales para vuestras tribus. Y di esta orden a vuestros jueces: “Escuchad a vuestros hermanos y juzgad con justicia las causas que surjan entre vuestros hermanos o con emigrantes. No seáis parciales en la sentencia, oíd por igual a pequeños y grandes; no os dejéis intimidar por nadie, que la sentencia es de Dios. Si una causa os resulta demasiado difícil, pasádmela, y yo la resolveré”».
Prov 3,19-34: El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia; con su saber se abren los veneros y las nubes destilan rocío. Hijo mío, no las pierdas de vista, conserva la prudencia y la reflexión: serán ellas tu aliento vital, serán el adorno de tu cuerpo. Así caminarás confiado y no tropezará tu pie. Podrás descansar sin temor, dormir con un sueño relajado. No temerás el terror repentino ni el ataque de los malvados cuando llegue, pues el Señor estará a tu lado y librará tu pie de la trampa. No niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano concedérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré». No trames daños contra tu prójimo, mientras vive confiado a tu lado; no pleitees con nadie sin motivo, si no te ha hecho daño alguno; no envidies al hombre violento, ni trates de imitar su conducta, porque el Señor detesta al perverso y pone su confianza en los honrados; el Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada del justo; el Señor se burla de los burlones y concede su gracia a los humildes.
Prov 9,1-11: La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: «Vengan aquí los inexpertos»; y a los faltos de juicio les dice: «Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la inteligencia». Quien corrige al insolente recibe insultos; quien reprende al malvado, desprecios. No corrijas al insolente, que te odiará; reprende al sensato y te querrá; instruye al sabio, y será más sabio; enseña al honrado, y aprenderá. El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor, conocer al Santo implica inteligencia. Por mí prolongarás tus días, se añadirán años a tu vida.
En la Liturgia
Heb 3,1-4: Hermanos santos, vosotros que compartís una vocación celeste, considerad al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos: a Jesús, fiel al que lo nombró, como lo fue Moisés en toda la familia de Dios. Pero el honor concedido a Jesús es superior al de Moisés, pues el que funda la familia tiene mayor dignidad que la familia misma. En efecto, cada familia tiene un fundador, mas quien lo ha fundado todo es Dios.
Jn 12,25-36: Dijo el Señor: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo». La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir. La gente le replicó: «La Escritura nos dice que el Mesías permanecerá para siempre; ¿cómo dices tú que el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto? ¿Quién es ese Hijo de hombre?». Jesús les contestó: «Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tenéis luz, antes de que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe adónde va; mientras hay luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz».
Fuente: laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española
Adaptación propia