Lunes de la I Semana de Lucas. Lecturas


Gál 4,28-31; 5,1-10: Hermanos, vosotros sois, como Isaac, hijos de la promesa. Ahora bien, lo mismo que entonces el que había sido engendrado según la carne perseguía al que había sido engendrado según el Espíritu, así ocurre ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Expulsa a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. Así, pues, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud. Mirad: yo, Pablo, os digo que, si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada. Y vuelvo a declarar que todo aquel que se circuncida está obligado a observar toda la ley. Los que pretendéis ser justificados en el ámbito de la ley, habéis roto con Cristo, habéis salido del ámbito de la gracia. Pues nosotros mantenemos la esperanza de la justicia por el Espíritu y desde la fe; porque en Cristo nada valen la circuncisión o la incircuncisión, sino la fe que actúa por el amor. Estabais corriendo bien; ¿quién os cerró el paso para que no obedecieseis a la verdad? Tal persuasión no procede del que os llama. Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. En relación con vosotros, yo confío en que el Señor hará que no penséis de otro modo; ahora bien, el que os alborota, sea quien sea, cargará con su condena.


Lc 3,19-22: En aquel tiempo, el tetrarca Herodes, a quien Juan reprendía por el asunto de Herodías, esposa de su hermano, y por todas las maldades que había hecho, añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel. Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española