26/10 - El Santo Megalomártir Demetrio el Mirobleta


Este glorioso Santo, Gran Mártir Demetrio, "de quien emana mirra" (del gr. "Μυροβλύτης", [Miroblítis]) de Tesalónica, nació aproximadamente entre los años 280 y 284 d.C. Fue hijo de un procónsul romano en Tesalónica y fue martirizado por el emperador Diocleciano y Maximiano sobre el año 305.


Ya habían transcurrido tres siglos y el paganismo romano estaba espiritualmente destrozado y derrotado por la multitud de Mártires y Confesores del Salvador. Entonces intensificó sus persecuciones.


Los padres de San Demetrio pertenecían a la aristocracia, pero eran cristianos en secreto, y él fue bautizado y educado en la fe cristiana en una iglesia secreta en la casa de su padre. Cuando Demetrio había alcanzado la madurez y su padre había muerto, el emperador Galerio Maximiano había ascendido al trono. Maximiano, confiado en la educación de Demetrio, así como en su capacidad administrativa y militar, lo nombró a la posición de su padre como procónsul del distrito de Tesalónica.


Ya desde joven (22 años) se hizo estratega y especialista en el arte militar, de modo que, a pesar de su edad, fue nombrado general del ejército de Tesalia y procónsul de Grecia por Maximiano Galerio, César de Grecia y Macedonia. Todos estos honores no hicieron que Demetrio perdiera de vista las cosas más importantes: las relacionadas con la salvación del alma. Al ser desde siempre piadoso y estudioso de la doctrina de Jesucristo, pasaba una buena parte del día estudiando e interpretando las enseñanzas de Cristo de manera pública, sin ocultarse, tanto que muchos paganos de Tesalónica y de la región se convirtieron al cristianismo a pesar de las persecuciones que el emperador decretó contra los cristianos. La política del emperador con relación a los cristianos se expresó simplemente: “Entrega a la muerte a todo aquel que invoque el nombre de Cristo”.


El emperador no sospechaba que, mediante el nombramiento de Demetrio, le había proporcionado a este una manera de llevar a muchas personas a Cristo. Al aceptar el nombramiento, Demetrio regresó a Tesalónica y de inmediato confesó y glorificó a nuestro Señor Jesucristo. En lugar de perseguir e imputar a los cristianos, comenzó a enseñar la fe cristiana abiertamente a los habitantes de la ciudad y a derrocar las costumbres paganas y la idolatría.  También creó una agrupación de jóvenes para el estudio de la Santa Escritura.


El compilador de su vida, San Simeón Metafrastes, dice que, debido a su celo por la enseñanza, se convirtió en un segundo Apóstol Pablo. Desde Tesalónica, Jorge, el Apóstol de los gentiles, una vez fundó en esta ciudad la primera comunidad de creyentes.


El Señor también destinó a San Demetrio a seguir al Santo Apóstol Pablo como mártir. Cuando Maximiano se enteró de que el procónsul recién nombrado era cristiano y de que había convertido a muchos súbditos romanos al cristianismo, la ira del emperador no conoció límites. Al regresar de una campaña en la región del Μar Νegro, el emperador llevó a su ejército a través de Tesalónica, decidido a masacrar a los cristianos. Al enterarse de esto, San Demetrio ordenó a su siervo Lupo distribuír sus riquezas terrenales entre los pobres, «ya que buscaremos las riquezas celestiales entre nosotros». Comenzó a orar y a ayunar, preparándose para el martirio. Cuando el emperador llegó a la ciudad, llamó a Demetrio, quien con valentía se confesó cristiano y confesó la falsedad y la inutilidad del politeísmo romano.


Fue torturado terriblemente y encarcelado en el año 303 d.C. En la cárcel se le apareció un ángel, confortándolo y animándolo. Mientras tanto, el emperador se divertía organizando juegos en el circo. El campeón fue un bárbaro con el nombre de Lieo. Este desafió a los cristianos a luchar contra él en una plataforma elevada sobre lanzas punta arriba de los soldados victoriosos. Un valiente cristiano llamado Néstor fue a la cárcel a visitar a su consejero Demetrio para pedirle su bendición para luchar contra el bárbaro. Con la bendición y las oraciones de Demetrio, Néstor venció al luchador bárbaro Lieo y lo arrojó desde la platafoma sobre las lanzas de los soldados, al igual que el pagano habría hecho con el cristiano. El emperador, enfurecido, ordenó la ejecución del Santo Mártir Néstor y envió a unos guardias a la prisión para matar a San Demetrio. En la madrugada del 26 de Octubre, varios soldados fueron a la prisión del soldado y lo atravesaron con lanzas. Su fiel servidor, San Lupo, recogió la ropa empapada de sangre del santo y cogió el anillo imperial de su dedo, símbolo de su alto status, y lo sumergió en la sangre. Con el anillo y otras cosas santificadas por la sangre de San Demetrio, San Lupo comenzó a curar a los enfermos. El emperador dio órdenes para detenerlo y matarlo.


El cuerpo de Santo Gran Mártir Demetrio fue arrojado a las fieras para ser devorado, pero los cristianos lo tomaron y lo enterraron en secreto. Durante el reinado de San Constantino una Iglesia fue construida sobre la tumba de San Demetrio. Cien años más tarde, durante la construcción de una nueva Iglesia majestuosa sobre la antigua, fueron descubiertos los restos incorruptos del Santo Mártir. Desde el s. VII un flujo milagroso de miro perfumado fue encontrado debajo de la cripta del Gran Mártir Demetrio (de ahí su nombre, “ο Μυροβλύτης”, el emanador de miro).


El Santo Mártir Demetrio es muy venerado en muchos países, más particularmente en Grecia y en Rusia.


Los escritores de himnos de San Demetrio, Eustaquio de Tesalónica, Gregorio Palamás y Demetrio Crisoloras, hacen referencia a que el cuerpo del Santo fue enterrado en el lugar del martirio, del cual después salía miro.


En las imágenes bizantinas y también en la actual hagiografía, San Demetrio se presenta a menudo como un jinete sobre un caballo rojo (frente al caballo blanco de San Jorge), que pisotea al infiel Lieo. Hoy San Demetrio es el patrón de la ciudad de Tesalónica.


Uno de los muchos milagros del Santo es el siguiente. En el año 1823 d.C. los turcos, que estaban instalados en la Acrópolis de Atenas, preparaban las municiones para disparar con sus cañones a los griegos que estaban reunidos en el templo de San Demetrio, pero este hizo un milagro para que se salvasen los cristianos y la pólvora explotó en las manos de los turcos, destrozando también parte del monumento del Partenón. Como memoria de este milagro, el templo se llama San Demetrio Lumpardiáris, de «lumparda», que era el cañón de los turcos que explotraron.


Se le considera protector de los jóvenes y es invocado contra las tentaciones lujuriosas.


Homilía sobre San Demetrio


San Demetrio, originario de Tesalónica, vivió en la época de los emperadores Diocleciano y Maximiano y sufrió martirio por Cristo a principios del siglo IV. Su muerte fue así: un celebra gladiador de origen pagano y favorito del emperador, llamado Lyaios, se presentó en el estadio de Tesalónica retando a la población a que luchara contra él. El joven soldado Néstor, compañero de san Demetrio que ha había sido arrestado por su condición de cristiano, aceptó el reto no sin antes acercarse a la cárcel a pedir la bendición y oraciones de san Demetrio. En la lucha, san Néstor mató al gigante gladiador dejándolo tendido en la arena. Maximiano montó en cólera y averiguando donde estaba la causa de la victoria ordenó matar a Demetrio y a Néstor. Este hecho es el que se resume en el himno que cantamos cada 26 de octubre: " La cristiandad ha encontrado en ti un gran aliado en los momentos de peligro, oh atleta victorioso de las naciones paganas. Tú que has humillado la insolencia de Lyaios alentando a Néstor en el estadio, ruega a Cristo Dios, oh gran mártir Demetrio, que nos conceda su gran misericordia".


¿Qué significa para nosotros, cristianos del siglo XXI, este hecho heroico, este martirio ocurrido hace 1700 años?


El martirio ha sido situado y ha sido celebrado por la Iglesia antigua como el grado más alto de la vida espiritual y el culto a los santos fue, en sus comienzos, el culto a los mártires. El misterio de la sangre voluntariamente derramada transforma al hombre en "eucaristía": el mártir no es solamente "amigo" de Cristo, sino que se convierte también en "partícipe" de la vivificante Cruz del divino Salvador. Así como la Cruz de Cristo se identifica con su resurrección, también la sangre vertida por el mártir se contempla, al mismo tiempo, como vino eucarístico y como vino de embriaguez espiritual. En el punto álgido de su "pasión" el mártir experimenta la alegría inefable de Pascua. El mártir no tiene miedo a la muerte porque Cristo ha vencido a la muerte y la ha cambiado por resurrección. No es un estoico, ni necesariamente un asceta ni, con frecuencia, menos aún un combatiente voluntario; por lo general es una persona humilde que, no obstante, en lugar de volverse insensible o rebelarse en el momento de la prueba, se abandona totalmente a Cristo con infinita confianza. Entonces Cristo los libra del dolor sustituyéndolo por alegría. Así. por ejemplo, en el martirio de las santas Perpetua y Felicidad. vemos a ésta última gemir en prisión por los dolores de parto de su hija y mientras el carcelero se burla de ella, Felicidad encuentra la fuerza para responderle: "Ahora soy yo sola la que debe soportar lo que soporto, pero has de saber que en la arena será otro el que soportará en mi lugar lo que yo sufra por Él". Y tal como figura en el relato de su martirio, la santa apareció durante el tormento en un estado de éxtasis.


¡Qué lección para todos nosotros! Ante estos hombres y mujeres que recibían la muerte pronunciando palabras de amor, la sociedad romana de la época y sus dirigentes empezaron a adquirir una cierta toma de conciencia y a interesarse poco a poco por los nuevos valores que proponían estos adeptos a Cristo. La no sumisión en nombre de la conciencia y de la fe, es decir, en nombre de la más alta libertad personal, esta extraña conducta de oposición "no por odio, sino por amor", terminó por demostrar durante los primeros siglos de la era cristiana, que el poder del hombre se encuentra limitado por el misterio de la persona. Así, en el año 313, el poder romano  tuvo que reconocer oficialmente la libertad religiosa para los cristianos, y con ello para todos, bajo la forma de decreto imperial conocido como el Edicto de Milán. Este hecho fue verdaderamente obra, junto a otros, de san Demetrio.


Bien es verdad que la sociedad cristiana traicionó con frecuencia, más tarde, su lucha por la libertad. Nuestra Iglesia Ortodoxa ha continuado constantemente aplicando el principio de "lo único necesario" con un asombroso ejemplo: la continuidad de sus mártires. No sólo de los mártires de los emperadores paganos o heréticos, sino también de la época de la ocupación otomana, con numerosos mártires griegos bajo el poder turco, así como los casos ocurridos bajo los regímenes totalitarios del siglo pasado, mártires torturados o ejecutados en los gulags u otros lugares de detención.


La enseñanza de los mártires es que Dios, y sólo Dios, es la verdadera libertad del hombre. El cristiano, aún estando en el mundo, no es del mundo y, por tanto, lo puede cambiar. La presencia de la Iglesia entre los hombres de todos los tiempos, su capacidad de independencia, la fuerza del testimonio de "lo único necesario" es que Cristo resucitado libera al mundo de su fatalidad y le ofrece una salida por el poder del Espíritu Santo actuando en todo el universo. Añadamos también que junto a los mártires de la sangre se encuentra el martirio "blanco" de los monjes, esos hombres que con su oración y su silencio, su transparencia y su paz, permiten a las energías divinas fecundar misteriosamente la historia. Aún más, junto a los mártires y los monjes hay que situar a todos nuestros fieles, conocidos o desconocidos, que cada día dan testimonio de una vida más fuerte que la muerte a pesar de las pruebas y de las burlas que han de soportar de quienes les rodean.


"¡Da tu sangre y recibe el Espíritu!" En la santa persona de nuestro Gran Mártir Demetrio el Myroblita el tiempo queda suspendido. Con él vivimos tanto el ayer como el presente. A través de él vemos desplegarse siglo tras siglo la cadena indisoluble de los mártires y los testigos de Cristo. San Demetrio ofrece sus sangre por su divino Maestro y, a cambio, recibe el Espíritu de Dios. Roguemos para que por su intercesión se nos conceda el Espíritu vivificante, el "agua viva" que su gracia irrigue sin cesar toda la creación y de la que tanta necesidad tenemos hoy día para saciar nuestra propia sed.


+ Arch. Demetrio


LECTURAS


En Vísperas


Is 63:15-20;64,1-4;7-8: Contempla desde los cielos y mira desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde están tu celo y fortaleza? ¿Es que han sido reprimidas tu entrañable ternura y compasión hacia nosotros? ¡Tú eres nuestro padre! Abrahán nos desconoce, Israel nos ignora. Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre desde siempre es «nuestro Libertador». ¿Por qué nos extravías, Señor, de tus caminos, y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. Por poco tiempo tu pueblo santo había poseído su heredad, cuando nuestros enemigos pisotearon tu santuario. Somos desde hace tiempo aquellos sobre los que tú ya no gobiernas, los que no llevamos ya tu nombre. ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses! En tu presencia se estremecerían las montañas, lo mismo que el fuego abrasa los arbustos, y como el fuego hace hervir el agua; así harías conocer tu nombre a tus adversarios. Ante ti temblarían las naciones cuando ejecutaras portentos inesperados: «Descendiste, y las montañas se estremecieron». Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él. Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti. Pero en los caminos de antiguo seremos salvados. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano. No te irrites, Señor, en demasía, no recuerdes por siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.


Jer 2,1-12: Esto dice el Señor: Recuerdo tu cariño juvenil, el amor que me tenías de novia, cuando ibas tras de mí por el desierto, por tierra que nadie siembra. Israel era sagrada para el Señor, fruto primero de su cosecha: quien probaba de ella lo pagaba, la desgracia caía sobre él —oráculo del Señor—. Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, tribus todas de Israel. Esto dice el Señor: ¿En qué falté a vuestros padres para que fueran alejándose de mí? Siguieron vaciedades y se quedaron vacíos. No fueron capaces de preguntarse: «¿Dónde está el Señor, que nos trajo de Egipto, que nos guió por el desierto, por estepas y barrancos, por tierra sedienta y oscura, tierra que nadie atraviesa, en donde nadie se asienta?». Os traje a una tierra de huertos, para comer sus frutos deliciosos; pero entrasteis y profanasteis mi tierra, hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no preguntaban: «¿Dónde está el Señor?». Los expertos en leyes no me reconocían; los pastores se rebelaban contra mí, los profetas profetizaban por Baal, fueron tras ídolos que no sirven de nada. Por eso, vuelvo a pleitear con vosotros, —oráculo del Señor—, y con los hijos de vuestros hijos pienso pleitear. Navegad hasta las costas de Quitín, y mirad, despachad gente a Cadar, e investigad si allí ha sucedido cosa semejante: ¿Cambia de dioses un pueblo? —y eso que no son dioses—; pues mi pueblo cambió su Gloria por dioses que no valen nada. Espantaos, cielos, de ello, horrorizaos y temblad aterrados —oráculo del Señor—. 


Sab 3,1-9: La vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará. Los insensatos pensaban que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos están en paz. Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad. Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo. Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son para sus devotos y la protección para sus elegidos.


En Maitines


Lc 21,12-19: Dijo el Señor a sus discípulos: «Sabed que os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».


En la Liturgia


2 Tim 2,1-10: Hijo mío, Timoteo, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros. Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús. Nadie, mientras sirve en el ejército, se enreda en las normales ocupaciones de la vida; así agrada al que lo alistó en sus filas. Tampoco el atleta recibe la corona si no lucha conforme a las reglas. El labrador que se afana con fatiga tiene que ser el primero en participar de los frutos. Reflexiona lo que digo, pues el Señor te dará inteligencia para que lo comprendas todo. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.


Jn 15,17-27;16,1-2: Dijo el Señor a sus discípulos: «Esto os mando: que os améis unos a otros. Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió. Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me odia a mí, odia también a mi Padre. Si yo no hubiera hecho en medio de ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado, pero ahora las han visto y me han odiado a mí y a mi Padre, para que se cumpla la palabra escrita en su ley: “Me han odiado sin motivo”. Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios».


Tropario de San Demetrio




Fuente: goarch.org / laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com / Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española / Youtube

Adaptación propia