Viernes de la III Semana de Lucas. Lecturas


Ef 6,18-24: Hermanos, siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos. Pedid también por mí, para que cuando abra mi boca, se me conceda el don de la palabra, y anuncie con valentía el misterio del Evangelio, del que soy embajador en cadenas, y tenga valor para hablar de él como debo. Tíquico, hermano querido y ministro fiel del Señor, os informará de todo para que sepáis cómo me va y lo que hago. Para ello os lo envío, para que tengáis noticias mías y para que os dé ánimos. A los hermanos, paz, amor y fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia para todos los que aman al Señor Jesucristo con amor incorruptible.


Lc 7,31-35: Dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de: “Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado” Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón». 



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española