Lunes de la IX Semana de Lucas. Lecturas


1 Tes 2,20-3,8: Hermanos, vosotros sois nuestra gloria y alegría. Por eso, no pudiendo aguantar más, preferimos quedarnos solos en Atenas y enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en el Evangelio de Cristo, para afianzaros y alentaros en vuestra fe, de modo que ninguno titubease en las dificultades presentes; pues sabéis bien que esa es nuestra condición. Cuando estábamos con vosotros, os decíamos ya que nos esperaban dificultades, y sabéis que así ocurrió. Por ello, no pudiendo aguantar más, lo envié para que se informara de cómo andaba vuestra fe, pues temía que os hubiera tentado el tentador y que nuestro trabajo hubiera resultado inútil. Ahora Timoteo acaba de llegar de ahí y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y vuestro amor, añadiendo que seguís manteniendo siempre buen recuerdo de nosotros y que tenéis tantas ganas de vernos como nosotros de veros a vosotros. Por eso, hermanos, nos hemos sentido animados por vuestra fe en medio de todos nuestros aprietos y luchas. Ahora sí que vivimos, sabiendo que os mantenéis fieles al Señor.


Lc 14,1;12-15: En aquel tiempo, un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer. Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos». Uno de los comensales dijo a Jesús: «¡Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española