Viernes de la IX Semana de Lucas. Lecturas


1 Tes 5,9-13;24-28: Hermanos, Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él. Por eso, animaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis. Os rogamos, hermanos, que apreciéis el esfuerzo de los que trabajan entre vosotros cuidando de vosotros por el Señor y amonestándoos. Mostradles toda estima y amor por su trabajo. Mantened la paz entre vosotros. El que os llama es fiel, y él lo realizará. Hermanos, orad también por nosotros. Saludad a todos los hermanos con el beso santo. Os conjuro por el Señor a que leáis esta carta a todos los hermanos. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros. Amén.


Lc 16,15-18;17,1-4: Dijo el Señor a los judíos que habían acudido a él: «Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios. La Ley y los Profetas llegan hasta Juan; desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios y todos se esfuerzan por entrar en él. Es más fácil que pasen el cielo y la tierra que no que caiga un ápice de la ley. Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio, y el que se casa con una repudiada por su marido comete adulterio». Y dijo a sus discípulos: «Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española