VIII Domingo de Lucas


En esta parábola, Jesús nos hace ver que en ocasiones, los funcionarios de la religión, no saben amar. Es un samaritano, un hereje quien cumple de verdad con la ley de Dios, " Amarás a Dios y a tú prójimo", lo podemos encontrar en el Antiguo Testamento: Ex 20,12; Lev 19,18; Dt 6,5; también en los profetas; Jeremias, Isaías, Ezequiel. No podemos agradar a Dios sin amar a nuestro prójimo, esta es la base de la moral cristiana.


El Sacerdote y el Levita, pasan de largo:


¿Para no contaminarse?


¿Porque llevaban prisa?


¿Porque no querian complicarse la vida?


Les faltó compasión, lo que sí tuvo el Samaritano.


¿Y quienes eran los Samaritanos?


Samaria fué Capital del Reino del Norte de Israel. Grandes profetas como Elias, Oseas y otros vivieron y predicaron allí. En el año 721 AC cae bajo el Rey Sargón de Asiria, quien deportó a muchisimos isaraelitas y en su lugar trajo colonos y personas de Babilonia y otros pueblos paganos. Estos se mezclaron con la poca población Judia existente en el lugar. Se dió una fusión de poblacion, costumbres y sobre todo de espiritualidad y religión, perdiéndose la pureza del judaismo. En el año 332 AC Alejandro Magno conquistó Samaria y trajo a muchos sirios y macedonios que se unen a la población ya existente. Los samaritanos de aquel tiempo aceptaban el Pentateuco, pero tenian influencias de otras religiones. Construyeron un Templo en un Monte que creían Santo, Gerizim. Los judíos consideraban a los samaritanos impuros y herejes y sentian una gran antipatia hacia ellos.


Sin embargo el samaritano de la parábola, actuó como un verdadero Hijo de la Luz, con el hombre mal herido. Dice el Señor, que se le acercó, es decir se hizo próximo, curó las heridas con aceite y vino, lo ungió y le dió un masaje, le prestó su caballo, lo llevó a la posada, lo cuidó, empleando su tiempo y esfuerzo, y además ofreció su dinero al mesonero por los gastos que ocasionara. ¡Que gran hombre! Su amor no fué teorico, sino práctico y activo.


El Señor en esta parábola nos anima a combatir el egoísmo de quienes solamente aman a los suyos por conveniencia, pero no reconocen como prójimo al extranjero, al hombre de color, al de otro credo, etc. Jesús les dirá a los judíos que incluso hay que amar a los enemigos (Mt 5,43-44)


Sembrando el bien, venceremos al mal. Todo el saber cristiano y teológico no sirve de nada, si el amor a Dios y al prójimo no determina la conducta de nuestra vida.


¿Que debemos hacer?


Lo que hizo el samaritano, amor activo hacia los desfavorecidos, como le dijo el Señor al doctor de la Ley: Vete y haz tú lo mismo.


P. Miguel Moreno Martín


LECTURAS


Ef 2,4-10: Hermanos, Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo —estáis salvados por pura gracia—; nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos.


Lc 10,25-37: En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».



Fuente: Sagrada Biblia de la Conferencia Episcopal Española